Las pequeñas y medianas empresas
(PYMEs) son el motor de la economía española. Sin embargo, muchas se encuentran
en una situación de vulnerabilidad financiera que amenaza su continuidad. En
este artículo se profundiza en las causas estructurales y coyunturales que
provocan la asfixia financiera y se exponen estrategias prácticas que pueden
ayudar a revertirla.
A finales de 2023, aproximadamente
un 20% de las PYMEs presentaba graves problemas de liquidez. Esta tensión es
resultado de una combinación de factores: morosidad crónica, incremento de
costes laborales y energéticos, acceso limitado a financiación y una carga
fiscal desproporcionada. Los datos indican que el 50% de las facturas emitidas
a PYMEs se pagan con retraso, con un promedio de 80 días, muy por encima del
límite legal de 60. Este retraso tiene un impacto directo en la liquidez,
dificultando el pago de proveedores, nóminas y obligaciones fiscales.
A ello se suma la creciente presión
de costes: el coste laboral aumentó un 5,3% interanual en el último trimestre
de 2023. Además, la rentabilidad está en descenso: entre un 21% y 23% de las
PYMEs cerraron el ejercicio con pérdidas, lo que supone entre 600.000 y 700.000
empresas sin margen de beneficio. Esta situación erosiona la capacidad de
inversión y modernización.
El acceso a financiación también se
ha endurecido: más de 1 de cada 5 empresas no obtuvo el crédito bancario que
necesitaba, y cerca del 8,5% vieron sus solicitudes denegadas. Además, un 7,1%
evitó solicitarlo por miedo a no poder devolverlo. La subida de los tipos de
interés, que supera el 5% para operaciones empresariales, ha contribuido a este
entorno restrictivo.
En el plano fiscal, la carga
tributaria efectiva de las pymes sigue siendo mucho más alta que la de las
grandes empresas. Las pequeñas pagan un 18,1% de sus beneficios frente a un
8,5% en las grandes corporaciones, lo que deja menos recursos disponibles para
reinversión y crecimiento. Además, la complejidad administrativa y el coste de
cumplimiento regulatorio es proporcionalmente mayor.
Estrategias clave para las pymes:
1.
Proyección de tesorería y gestión de caja. Es crucial
implementar herramientas de control financiero que permitan anticipar
desequilibrios de liquidez.
2.
Gestión activa de cobros. Aplicar
políticas de cobro más estrictas, ofrecer descuentos por pronto pago y utilizar
sistemas de recordatorio automáticos.
3.
Revisión de estructura de costes. Analizar la
rentabilidad por línea de negocio y eliminar actividades no rentables.
4.
Diversificación de fuentes de financiación. Explorar
vías alternativas como SGRs, crowdlending o leasing operativo.
5.
Planificación fiscal inteligente. Aprovechar
incentivos y bonificaciones, especialmente para actividades de I+D,
digitalización o sostenibilidad.
Fortalecer la salud financiera requiere una gestión proactiva y estratégica. La
clave está en anticiparse, medir constantemente y tomar decisiones basadas en
datos. La profesionalización de la gestión financiera es una de las inversiones
más rentables que una PYME puede hacer.