¿Gestionas Proyectos o los improvisas?. Radiografía de la dirección de proyectos en las PYMEs españolas y su comparativa europea

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  • 2025-05-13


INTRODUCCIÓN

La pequeña y mediana empresa (PYME) constituye el corazón del tejido empresarial español: aproximadamente el 99.8% de las empresas en España son PYMEs. En 2024 se contabilizaban cerca de 2.9 millones de PYMEs (incluyendo microempresas sin empleados), que en conjunto generan alrededor del 62% del valor añadido y emplean al 75% de la fuerza laboral del país.

Estas organizaciones, pese a su menor tamaño, realizan multitud de proyectos (desde desarrollos de nuevos productos y servicios hasta implantaciones internas o trabajos para clientes). Sin embargo, tradicionalmente muchas los han gestionado de forma informal. La dirección de proyectos –la aplicación sistemática de procesos, técnicas y habilidades para lograr objetivos definidos– no ha sido siempre parte de la cultura de las PYMEs.

En la actualidad, gestionar eficazmente los proyectos es cada vez más crítico para la competitividad. Se estima que los proyectos representan en torno a un tercio de la facturación de las PYMEs (y en microempresas más del 40%), lo que evidencia su peso en la actividad económica de estas empresas.

Por ello, surge la necesidad de profesionalizar su gestión. En este informe se analiza en detalle cómo las PYMEs españolas aplican la dirección de proyectos, con datos sobre niveles de adopción (tradicional vs ágil), comparativa con otros países europeos, causas de la baja adopción en muchos casos, sectores con mayor y menor aplicación, beneficios de implantar estas prácticas y estrategias recomendadas para fomentar una cultura de gestión de proyectos en las PYMEs. El objetivo es ofrecer una visión integral del estado actual y orientar a las PYMEs hacia una gestión por proyectos más madura y eficaz.

PANORAMA DE LA DIRECCIÓN DE PROYECTOS EN LAS PYMES ESPAÑOLAS

Las PYMEs españolas, en general, están rezagadas en la adopción de metodologías formales de gestión de proyectos. Diversos estudios y encuestas evidencian que menos de la mitad cuentan con una cultura consolidada de dirección de proyectos. Por ejemplo, una encuesta realizada en 2016 a unas 300 empresas y profesionales mostró que el 57% afirmó que en su organización NO existía una cultura ni prácticas de Dirección de Proyectos (aun cuando muchas de esas empresas sí realizaban proyectos como parte de su negocio). Es decir, solo un ~43% de las PYMEs encuestadas aplicaban alguna metodología o estándar de gestión de proyectos de forma consciente, lo que indica un nivel de adopción limitado.

Las razones históricas de esta situación están ligadas a la naturaleza de las PYMEs: estructuras pequeñas, gestión más informal y recursos escasos. En la mayoría de los casos, no utilizan ninguna metodología formal (ni PMI/PMBOK, ni PRINCE2, ni metodologías ágiles) a pesar de que su actividad se oriente a proyectos. Muchas no perciben la gestión de proyectos como algo “para ellas”, lo ven como algo costoso o ajeno a su forma de trabajar. Aun así, existen señales de cambio: hoy día bastantes PYMEs cuentan con personal certificado en metodologías de proyectos (PMP, Scrum Master, etc.) e intentan aplicarlas de forma teórica. Esto refleja una toma de conciencia gradual. La diferencia con las grandes empresas es que en la PYME la aplicación real suele ser parcial o adaptada, debido a sus limitaciones. Por ejemplo, es común que un mismo empleado tenga que gestionar varios proyectos a la vez, sin poder dedicarse 100% a esa labor.

También, por falta de presupuesto, muchas terminan gestionando sus proyectos con herramientas ofimáticas básicas: “...no se cuenta con herramientas específicas y acabamos haciendo la gestión de proyectos con Excel”. En suma, la adopción existe pero es heterogénea y frecuentemente subóptima.

En cuanto a enfoques utilizados, las PYMEs españolas que sí practican dirección de proyectos tienden a inspirarse en metodologías tradicionales (p. ej. los procesos de la guía PMBOK del PMI, o normas como ISO 21500) o, en empresas tecnológicas, en métodos ágiles (Scrum, Kanban, etc.).

No hay datos concluyentes sobre qué proporción usa cada enfoque, pero la tendencia general es hacia modelos híbridos: a nivel global, aproximadamente 60% de las organizaciones combinan metodologías ágiles con enfoques en cascada, adaptándolos según el proyecto.

En España, el auge de Agile se observa sobre todo en el sector TIC, mientras que otras PYMEs más tradicionales empiezan a incorporar prácticas ágiles de forma progresiva. Scrum y Kanban se han vuelto populares para gestión interna de proyectos en startups y desarrolladores, mientras que PMBOK/PRINCE2 se aplican en proyectos de ingeniería, construcción o consultoría.

Lo importante a resaltar es que, por ahora, una gran parte de las PYMEs españolas siguen gestionando proyectos sin una metodología formal estandarizada, aunque cada vez son más conscientes de los marcos existentes y sus posibles ventajas.

Distribución de empresas por tamaño en España (2024). Casi la totalidad son PYMEs (0–249 empleados). Fuente: Seguridad Social

COMPARATIVA CON PYMES DE OTROS PAÍSES EUROPEOS

Al contrastar la situación española con la de otras economías europeas, se aprecia un cierto rezago en la adopción de la gestión de proyectos en las PYMEs españolas. En Europa existe una marcada brecha Norte-Sur en materia de profesionalización de la gestión empresarial, y la dirección de proyectos no es ajena a ello.

En términos generales, los países del norte (Alemania, Países nórdicos, etc.) muestran mayor madurez y difusión de las prácticas de project management en empresas de todos los tamaños, mientras que los países del sur (España, Italia) presentan menor nivel de implantación formal. Un análisis sobre el futuro de las PYMEs europeas señalaba que las regiones del sur “deberían tomar ejemplo de Alemania más que de Italia en cómo invertir en su futuro”, aludiendo a la adopción de tecnologías y gestión de proyectos adaptada entre otros factores.

Esto sugiere que en lugares como Alemania la gestión de proyectos en PYMEs está más interiorizada culturalmente que en el contexto español o italiano.

Como referencia, Francia ha experimentado una importante adopción de herramientas y metodologías de proyectos en sus PYMEs en los últimos años. Un estudio reporta que el 65% de las PYMEs utilizan una o varias herramientas de gestión de proyectos (software especializado, metodologías definidas, etc.). En contraste, aproximadamente un 35% siguen apoyándose únicamente en medios tradicionales como hojas de cálculo o email para gestionar sus proyectos. Aunque estos datos provienen de Francia, reflejan una realidad probablemente similar en economías del centro y norte de Europa, donde la penetración de software de project management y PMOs en empresas medianas es alta.

Adicionalmente, encuestas globales de PMI sugieren que un 80% de las organizaciones grandes cuentan con una PMO establecida, mientras que en las PYMEs este porcentaje es menor pero creciente.

En Alemania y países nórdicos, influye una cultura empresarial más orientada a procesos, planificación y calidad, lo que ha facilitado que incluso muchas PYMEs adopten estándares como PRINCE2 o IPMA para estructurar proyectos, especialmente en sectores de ingeniería y manufactura.

Por su parte, Reino Unido e Irlanda (precursoras de PRINCE2 y AgilePM) también presentan altas tasas de adopción de metodologías formales entre empresas de menor tamaño. En cambio, en España la situación es más parecida a Italia o Portugal, donde la gestión de proyectos en PYMEs está menos institucionalizada.

No abundan datos cuantitativos por país para PYMEs, pero los indicadores indirectos (como número de profesionales certificados PMP per cápita, encuestas de uso de herramientas, etc.) respaldan esta brecha.

Cabe destacar que España tiene una comunidad de dirección de proyectos muy activa a nivel profesional (capítulos de PMI, etc.), pero esa profesionalización ha permeado más en grandes empresas y sectores muy concretos que en la masa de PYMEs.

Mientras que en países del norte de Europa se considera natural que una PYME industrial aplique por ejemplo metodologías Lean/Agile en proyectos de innovación, en España muchas PYMEs similares aún gestionan “por experiencia” sin un marco explícito. En resumen, España se encuentra por detrás de países como Alemania, Francia o Suecia en la adopción de la gestión de proyectos en la pyme, aunque se va cerrando la brecha poco a poco.

Aprender de las mejores prácticas europeas y fomentar estándares internacionales en nuestras PYMEs es un reto y una oportunidad para ganar competitividad en el mercado común.

CAUSAS Y OBSTÁCULOS EN LA ADOPCIÓN DE LA DIRECCIÓN DE PROYECTOS

 ¿Por qué muchas PYMEs aún no aplican dirección de proyectos de forma sistemática? Las causas son multifacéticas, incluyendo factores internos (cultura, tamaño, formación) y externos (presión de mercado, sector).

A continuación, se analizan los principales obstáculos identificados:

Principales obstáculos para implementar la gestión de proyectos en PYMEs

El 57% de respuestas es la falta de cultura de proyectos en la organización. Muchas PYMEs desconocen el impacto positivo que puede tener una buena gestión de proyectos en el negocio, y por ende no la priorizan ni promueven internamente. Este desconocimiento se traduce en la ausencia de procesos estandarizados: cada proyecto se gestiona “a su manera” y no existe un marco común.

El modelo de gestión y estructura de las PYMEs también influye. En el 50% de los casos se señaló que “la dirección y el propietario son la misma persona”, con estructuras muy jerarquizadas y poco profesionalizadas. Esto implica que las decisiones las toma el dueño/gerente (que suele priorizar la operación diaria sobre metodologías formales) y no hay contrapesos ni un departamento específico de proyectos. La toma de decisiones por instinto del dueño, mencionada en estudios, a menudo sustituye a un gobierno de proyectos basado en datos.

 Además, al ser organizaciones pequeñas, operan con capacidades limitadas tanto de personal como financieras, y están muy enfocadas en sobrevivir día a día.

Implementar nuevos procesos o herramientas de project management puede percibirse como un “lujo” o algo no urgente, dada la carga de trabajo. De hecho, un 43% citó la falta de recursos para implementar nuevos procedimientos.

La prioridad de muchas PYMEs es atender la operación y a sus clientes inmediatos, dejando poca disponibilidad de tiempo o dinero para formarse o incorporar metodologías.

Otro obstáculo importante (45%) es la falta de alineamiento con el plan estratégico.

En ocasiones la empresa ni siquiera tiene un plan estratégico formal; otras veces, los proyectos no se relacionan claramente con los objetivos del negocio, por lo que la dirección no ve necesidad de gestionarlos de otra forma.

En paralelo, un personal sobrecargado (41% indicaron que ejecutan varios proyectos a la vez con las mismas personas) hace difícil dedicar atención a la planificación y control; los empleados técnicos están tan ocupados “haciendo el trabajo” que no pueden pararse a documentar riesgos, tiempos, etc. Esta sobrecarga se agrava con sistemas de información inadecuados (37% lo mencionó): muchas PYMEs carecen de software o herramientas colaborativas, lo que complica el seguimiento de proyectos. En entornos más grandes, las herramientas PM facilitan la vida; en la PYME, a falta de ellas, la gestión puede volverse caótica.

También están las resistencias culturales propiamente dichas: la actitud de los directivos (30%) y la actitud de los trabajadores (28%) se citan como barreras.

Esto suele manifestarse en comentarios como “eso es burocracia, aquí no hace falta tanto papeleo” por parte de gerentes, o en el recelo de empleados a cambiar su forma de trabajar. Si la dirección no lidera con el ejemplo adoptando prácticas de proyecto, es difícil que el resto las siga. Esta resistencia al cambio organizacional es un factor humano crítico.

 Adicionalmente, es importante señalar que no todas las PYMEs son iguales. Las más pequeñas (microempresas) suelen tener menos procesos formales por naturaleza. Investigaciones indican que las micro y pequeñas empresas tienen proyectos gestionados por “no especialistas” (empleados cuyo rol principal no es ser jefe de proyectos), lo que dificulta la aplicación estricta de metodologías complejas. En cambio, las medianas (50-249 empleados) quizás hayan desarrollado más estructura y están más cerca de una gestión profesional.

Por otro lado, cuando una PYME opera en cadena de suministro con empresas grandes, puede verse empujada a adoptar prácticas de project management. De hecho, una de las razones para implementar dirección de proyectos es la presión del mercado: “muchas empresas grandes cuentan con PYMEs para el desarrollo de sus grandes proyectos”, delegándoles responsabilidades a nivel de proyecto o pidiendo ciertos estándares.

Este rol de subcontratista fuerza a algunas PYMEs (ej. proveedoras de ingeniería, software, construcción) a implementar metodologías para cumplir con plazos, entregables y reportes exigidos por el cliente mayor. Aquellas PYMEs cuyos clientes demandan certificaciones o seguimiento formal, tienden a profesionalizarse más rápido.

En resumen, las causas de la escasa aplicación de dirección de proyectos en PYMEs españolas se centran en: (1) baja conciencia y cultura sobre su utilidad; (2) estructura propietaria que dificulta la estandarización y delegación; (3) limitaciones de recursos y personal que generan cortoplacismo; (4) falta de formación específica en gestión de proyectos; (5) resistencia al cambio y percepción de burocracia; (6) ausencia de demanda externa en algunos sectores locales que funcionan sin necesidad de formalismos. Entender estos obstáculos es clave para superarlos, como veremos en la sección de estrategias.

SECTORES: ¿DÓNDE SE APLICA MÁS Y DÓNDE MENOS LA DIRECCIÓN DE PROYECTOS?

El grado de adopción de la gestión de proyectos en PYMEs varía significativamente según el sector económico. Hay sectores intrínsecamente “proyectizados” donde incluso las PYMEs suelen gestionarse por proyectos, mientras que en otros predomina la operación rutinaria y la gestión de proyectos es mínima.

En España, los datos disponibles señalan que el sector líder en profesionalización de proyectos es el de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC). En un estudio comparativo de PMI, el sector de información y comunicaciones aportaba el 22% de los profesionales de proyectos encuestados en España –la proporción más alta–.

Esto refleja que en empresas TIC (desarrollo de software, servicios IT) es común utilizar metodologías de proyecto, muchas veces ágiles, incluso en start-ups y PYMEs, para gestionar desarrollos e implementaciones. Le sigue en importancia el amplio sector de actividades profesionales, científicas y técnicas (consultorías, ingenierías, servicios profesionales), con un 14%.

Este rubro incluye consultoras de negocio, despachos de ingeniería, agencias de marketing, etc., donde es habitual organizar el trabajo por proyectos para cada cliente o iniciativa, y donde la figura del project manager está más extendida.

 Otro sector clave es el de la Construcción y la Ingeniería civil. Históricamente, la construcción ha aplicado gestión de proyectos (planificación de obra, control de costos y plazos) aunque muchas veces sin llamarlo así formalmente. Hoy, incluso las constructoras medianas adoptan estándares específicos: por ejemplo, el método Lean Construction o herramientas de planificación colaborativa (Last Planner, BIM, etc.).

En términos de metodologías reconocidas, se destaca que en el ámbito industrial y la construcción son ampliamente empleados estándares como PMI (PMBOK) y PRINCE2, evidenciando que las empresas de estos sectores (incluidas PYMEs) recurren a estas guías para estructurar sus proyectos.

De hecho, la adopción de BIM (Building Information Modeling) en muchas PYMEs de construcción es un catalizador para profesionalizar la gestión de proyectos de obra. Por tanto, en construcción/infraestructura, así como en la industria manufacturera, la dirección de proyectos está relativamente extendida, ya que la propia naturaleza del trabajo (proyectos de planta, lanzamientos de producto, etc.) lo exige para controlar calidad, costes y tiempos.

En sectores industriales (automoción, aeroespacial, electrónica…) muchas PYMEs forman parte de cadenas de suministro donde se exige gestión de proyectos rigorosa para cumplir entregas. Por ejemplo, una empresa auxiliar de automoción debe gestionar proyectos de cambios de ingeniería o desarrollo de componentes coordinándose con el fabricante principal, adoptando metodologías formales. Así, en la industria manufacturera y tecnológica podemos decir que la penetración es alta.

Por el contrario, sectores menos intensivos en proyectos muestran una adopción muy baja. Por ejemplo, en el comercio minorista tradicional o en la hostelería, la mayoría de las PYMEs operan con actividades repetitivas (tienda, restaurante) y realizan pocos “proyectos” diferenciados; por ende, casi ninguna implementa metodologías de gestión de proyectos de manera formal.

Lo mismo ocurre con muchas microempresas de servicios personales, turismo, agroalimentario o negocios familiares locales: su foco está en la operación diaria, no en proyectos temporales, por lo que no ven utilidad en instaurar técnicas de project management. Estas empresas gestionan mejoras o expansiones de forma ad-hoc (por ejemplo, la reforma de un local se gestiona informalmente, no como un proyecto con metodologías).

Un caso interesante es el del sector público y proyectos financiados (por ejemplo, proyectos de innovación, I+D+i). Las PYMEs que se involucran en proyectos subvencionados por la UE u organismos deben cumplir metodologías de control (cronogramas, informes), lo que ha impulsado algo de cultura de proyecto en startups tecnológicas, centros de investigación privados y consultoras. Aun así, fuera de esos nichos, sectores completos como la agricultura/trabajo rural apenas tienen implementación alguna de dirección de proyectos en sus PYMEs, al igual que muchas empresas de servicios tradicionales (talleres, transporte local, comercio mayorista pequeño).

Resumiendo: los sectores con mayor aplicación de gestión de proyectos en PYMEs son aquellos orientados a proyectos: TIC/software, construcción/infraestructuras, consultoría e ingeniería, y manufactura industrial. En ellos es frecuente encontrar PYMEs con jefes de proyecto certificados y uso de metodologías (PMI, PRINCE2, Agile, Lean) en su día a día.

Por el contrario, sectores de operación continua (comercio, turismo, servicios básicos) y en general las microempresas locales son los que menos emplean dirección de proyectos de forma deliberada, pues no perciben un beneficio claro en su contexto. Con todo, la transformación digital y la creciente complejidad incluso en sectores tradicionales está llevando proyectos (implantación de e-commerce, marketing digital, mejora de procesos) a todos los ámbitos, lo que podría cambiar este panorama en el futuro cercano.

BENEFICIOS Y NECESIDAD CRECIENTE DE LA GESTIÓN DE PROYECTOS EN PYMES

A pesar de las dificultades mencionadas, los expertos coinciden en que existe una necesidad creciente de implementar la gestión de proyectos en las PYMEs si éstas quieren prosperar en entornos competitivos y cambiantes. Las razones son múltiples, pero pueden resumirse en: mayor eficiencia operativa, mejor adaptación al cambio, satisfacción del cliente y desarrollo de negocio.

En primer lugar, la gestión de proyectos aporta mejoras tangibles en eficiencia y resultados. Aplicar metodologías adecuadas permite optimizar procesos internos, reducir retrabajos y cumplir plazos y costes, lo que redunda en ahorros y mejor productividad. Los estudios señalan que para una PYME los beneficios pueden ir desde mejoras en la eficiencia y productividad hasta la optimización de procesos internos, traduciéndose en mayor satisfacción de los clientes, posibilidad de explotar nuevos nichos de mercado, y mejora de los resultados financieros.

En otras palabras, una pequeña empresa que gestiona sus proyectos con rigor puede hacer más con los mismos recursos, evitando improvisaciones costosas. Por ejemplo, planificar antes de ejecutar evita retrasos; controlar el presupuesto evita sobrecostes que una PYME quizá no pueda absorber (recordemos que un proyecto fallido puede ser crítico: “si un proyecto representa el 90% del negocio de una PYME, su fracaso supone la quiebra”).

Otro beneficio clave es mejorar la satisfacción del cliente y la calidad del servicio/producto entregado. Una gestión de proyectos profesional implica comunicarse con el cliente, definir claramente el alcance y asegurar entregables con calidad. Esto aumenta la probabilidad de cumplir (o exceder) las expectativas del cliente, logrando clientes más leales. Para las PYMEs, que dependen mucho del boca a boca y la reputación, entregar proyectos a tiempo y conforme a lo acordado es vital para sobrevivir. De hecho, sin una buena gestión, es común que entreguen tarde o con problemas, generando insatisfacción y pérdida de negocios recurrentes. Por tanto, adoptar técnicas de project management ayuda a garantizar la satisfacción del cliente y con ello la retención y recomendación, fortaleciendo el negocio.

La innovación y crecimiento también pasan por gestionar proyectos. Toda PYME que quiera evolucionar (lanzar un nuevo producto, abrir nueva sede, digitalizarse, etc.) lo hará mediante proyectos. Tener competencias de dirección de proyectos permite ejecutar la estrategia de la empresa de forma controlada. Como menciona Lourdes Medina, en la actual “economía de proyectos” las PYMEs necesitan llevar a cabo su estrategia mediante iniciativas y proyectos para escalar o transformarse con ventaja competitiva.

La gestión de proyectos proporciona estructura para el cambio: facilita la gestión de riesgos, la asignación de recursos y el seguimiento de hitos, aumentando la tasa de éxito de iniciativas estratégicas.

Adicionalmente, en un entorno cada vez más dinámico, la capacidad de adaptarse rápidamente al cambio es un beneficio intangible de la gestión ágil de proyectos. Metodologías ágiles inculcan principios de flexibilidad, feedback continuo y mejora iterativa, cualidades muy valiosas para PYMEs que enfrentan entornos VUCA (volátiles, inciertos, complejos y ambiguos).

Una PYME ágil puede reaccionar a cambios en la demanda o imprevistos en un proyecto mejor que una que no tiene ningún proceso. La asignación más eficiente de recursos es otro beneficio: un buen project management ayuda a priorizar proyectos y distribuir el tiempo del personal de forma óptima, algo crítico cuando se tienen plantillas reducidas. Asimismo, mejora la comunicación interna y con proveedores al establecer roles y flujos de información claros, minimizando malentendidos.

En resumen, los beneficios esperados de implementar la dirección de proyectos en una PYME incluyen: lograr los objetivos a tiempo y en presupuesto, mejorar la productividad, controlar mejor los costos, reducir riesgos de fracaso, aumentar la satisfacción del cliente, habilitar la innovación y construir una ventaja competitiva sostenible.

Dado que las PYMEs representan un porcentaje enorme del tejido empresarial y que cada vez más operan en entornos complejos, es casi imperativo que desarrollen competencias de gestión de proyectos para asegurar su supervivencia y crecimiento. Como señala PMI, “la gestión de proyectos significa mejora de procesos, consecución de objetivos, desarrollo de nuevos negocios, optimización de costes y creación de valor, fundamental en todas las empresas”.

En definitiva, introducir prácticas de project management no es burocracia estéril, sino un inversor de éxito para la PYME moderna.

ESTRATEGIAS PARA FOMENTAR LA CULTURA DE DIRECCIÓN DE PROYECTOS EN PYMES

Lograr que una PYME pase de una gestión improvisada a una gestión profesional de proyectos requiere cambios graduales en cultura, habilidades y herramientas. A continuación se proponen estrategias prácticas y recomendaciones para impulsar esta transición:

Compromiso y liderazgo desde la dirección: El primer paso es que el propietario o directivo principal de la PYME entienda y apoye la gestión de proyectos. Sin este patrocinio, cualquier iniciativa fracasará (recordemos que la actitud de la dirección es un factor crítico).

Se debe sensibilizar a la gerencia sobre los beneficios tangibles (eficiencia, clientes satisfechos, etc.) posiblemente mostrando casos de éxito o pequeñas victorias internas. El líder de la empresa debe fomentar la cultura de proyecto integrándola en la visión estratégica, alineando proyectos con objetivos del negocio y dando ejemplo –por ejemplo, pidiendo planes de proyecto antes de lanzarse a una iniciativa importante–. También implica empoderar a los empleados para que apliquen buenas prácticas, en lugar de microgestionar todo “sobre la marcha”.

Formación y desarrollo de competencias: Muchas PYMEs no aplican gestión de proyectos simplemente por falta de conocimiento de “cómo hacerlo”. Invertir en formación es una estrategia clave. Se puede comenzar capacitando a uno o dos empleados clave (o al propio dueño) en fundamentos de project management –ya sea mediante cursos cortos, certificaciones (como la Certificación PMP del PMI u otras adaptadas), o másteres especializados–.

Actualmente existen múltiples opciones en español y enfocadas a PYMEs. La formación no tiene que ser costosa: hay webinars, talleres subvencionados (p. ej. programas gubernamentales como “Generación Digital Pymes” del Ministerio de Economía ) y comunidades donde aprender.

Contar al menos con un “campeón” interno que entienda metodologías permitirá luego transmitir ese conocimiento al resto. Además, fomentar la lectura de guías (PMBOK, Scrum Guide) y la asistencia a eventos de dirección de proyectos (p. ej. congresos de PMI Chapters locales) puede abrir la mente del personal a nuevas formas de trabajar. En paralelo, desarrollar habilidades blandas (comunicación, liderazgo de equipos, gestión del cambio) en los responsables de proyecto de la PYME aumentará sus probabilidades de éxito.

Implementación gradual y adaptada (no burocrática): Es importante adaptar las metodologías al contexto de la PYME. Un error común es intentar implantar todos los procesos del PMBOK de golpe “a sangre y fuego”, lo cual abrumará a la organización. En su lugar, se recomienda “respirar, reflexionar y adaptar el estándar al caso particular”   . Por ejemplo, comenzar por introducir herramientas sencillas: un modelo básico de plan de proyecto (con objetivos, entregables, fechas), reuniones breves de seguimiento semanales, o un tablero Kanban visual para ver el avance de tareas.

Se pueden aplicar técnicas ágiles (daily stand-up meetings, retrospectivas) incluso en entornos no software, para mejorar la comunicación y la mejora continua. La idea es no agregar burocracia inútil, sino adoptar solo las prácticas que aporten valor. Conforme el equipo gane madurez, se van incorporando más elementos: gestión de riesgos en proyectos más complejos, métricas de desempeño, etc. Siempre tailorizando (ajustando) el marco metodológico a la escala y características de la empresa. Por ejemplo, una microempresa quizás no necesita un software de planificación sofisticado, pero sí puede beneficiarse de checklists y cronogramas simples.

Uso de herramientas y tecnología accesible: Hoy existen numerosas herramientas digitales asequibles (incluso gratuitas) para gestión de proyectos, adecuadas para PYMEs. Adoptar una herramienta puede ser el “catalizador” para cambiar la forma de trabajar. Por ejemplo, soluciones SaaS como Trello, Asana, Monday, Notion, Microsoft Teams/Planner, etc., ofrecen interfaces fáciles para planificar tareas, asignarlas, fijar fechas y colaborar en documentos. Según un estudio, el 77% de las empresas utilizan ya software de gestión de proyectos, lo que indica la disponibilidad de estas tecnologías. Una PYME puede empezar con una versión gratuita con su pequeño equipo.

El objetivo es salir del caos del email y Excel para aprovechar herramientas que estructuran el trabajo (por cierto, un 65% de PYMEs ya usa alguna herramienta de proyectos según encuestas, señal de que es factible también en España ).

Es importante capacitar mínimamente al personal en la herramienta elegida y definir su uso (por ejemplo: todas las tareas del proyecto X se volcarán en Trello con su responsable y fecha). Las metodologías ágiles suelen apoyarse en tableros Kanban como Trello, muy intuitivos para todo el equipo. La inversión en software es baja comparada con los beneficios en organización.

Establecer roles y responsabilidades claras: Para inculcar disciplina de proyecto, una PYME debe definir “quién hace de gestor de proyecto” en cada iniciativa, aunque sea a tiempo parcial. Si el tamaño lo permite, nombrar un Project Manager oficial para los proyectos más importantes (puede ser un jefe de operaciones, un ingeniero senior, etc. que asuma esa función).

En empresas muy pequeñas, tal figura recaerá en el dueño o en quien lidera el proyecto específico. Lo esencial es formalizar esa responsabilidad: que esa persona planifique, dé seguimiento y rinda cuentas del proyecto.

Asimismo, definir el rol del equipo, los stakeholders (por ejemplo, el cliente o un consultor externo) y un patrocinador si aplica. La claridad en roles evita confusiones y asegura que alguien esté velando por el cumplimiento de plazos y entregables. Aunque la PYME no tenga una Oficina de Proyectos (PMO) formal, puede instaurar un modelo de gobierno de proyectos ligero: reuniones de estado quincenales con los directivos para tomar decisiones informadas, establecimiento de prioridades cuando hay varios proyectos concurrentes, etc.

Esto combate la tendencia a decidir “sobre la marcha” por instinto, sustituyéndola por decisiones basadas en información de proyecto.

Fomentar la comunicación y la colaboración: Las PYMEs tienen la ventaja de estructuras planas y cercanía entre empleados, lo que facilita la comunicación directa.

Aprovechar esto es parte de la cultura de proyectos: implantar reuniones cortas regulares (dailies o semanales) donde el equipo comparta progresos y problemas del proyecto, promover la transparencia (visibilidad de quién hace qué), y crear un ambiente donde se reporte un problema enseguida para resolverlo en conjunto.

Una buena práctica es celebrar reuniones de retrospectiva al cierre de cada proyecto (o iteración) para identificar lecciones aprendidas y mejorar en el siguiente. Esta cultura de aprendizaje continuo hace que la organización madure rápidamente en su gestión. Asimismo, implicar a los clientes y proveedores en la comunicación del proyecto (ej. invitándolos a revisiones periódicas) mejora las relaciones y alinea expectativas. Al final, un proyecto bien comunicado y coordinado tiene muchas más probabilidades de éxito que uno llevado de forma aislada.

Incentivos y reconocimiento: Cambiar la cultura requiere también motivar al equipo. Se recomienda establecer incentivos, no necesariamente económicos, ligados a la buena gestión de proyectos. Por ejemplo, reconocer públicamente (en reuniones de empresa) a los equipos que culminan proyectos exitosamente, o premiar con algún beneficio al empleado que se certificó en dirección de proyectos.

Se puede introducir la gestión de proyectos en la evaluación de desempeño: si un área llevó a cabo un proyecto de mejora con éxito, destacarlo. Estos gestos envían el mensaje de que la empresa valora esas prácticas. Igualmente, es útil compartir historias de éxito internas: “gracias a aplicar tal metodología en el Proyecto A, logramos reducir el tiempo de entrega en 20%”. Esto refuerza la convicción en los beneficios, combatiendo la resistencia inicial.

Apoyo externo y networking: Las PYMEs no están solas en este camino. Pueden buscar apoyo de consultores o mentores en gestión de proyectos para implementar las primeras veces.

Una consultoría externa puede ayudar a montar un pequeño marco metodológico adaptado a la empresa (por ejemplo, un “kit” de plantillas sencillas para planes, actas, seguimientos). También es valioso participar en redes y asociaciones: los capítulos locales de PMI en España, por ejemplo, suelen organizar eventos y programas orientados a PYMEs, donde compartir experiencias y obtener guía.

Programas públicos de asesoramiento (como los de cámaras de comercio, organizaciones empresariales) a veces incluyen consultoría en gestión. Aprovechar estas redes permite a la PYME acelerar su curva de aprendizaje adoptando prácticas probadas por otros.

En conclusión, fomentar una cultura de dirección de proyectos en las PYMEs es un esfuerzo que debe venir desde la alta dirección hasta el último empleado, con capacitación adecuada, herramientas apropiadas y mucha adaptación al contexto particular. Las PYMEs, por su tamaño, pueden incluso implementar cambios más rápidamente que una gran corporación, siempre que haya voluntad: su flexibilidad intrínseca es una fortaleza para adoptar nuevas formas de trabajar.

Cada pequeña mejora en control de proyectos tendrá un impacto positivo en los resultados. Como invita PMI, “aunque seas una PYME, no pienses que la gestión de proyectos no es para ti; anímate a implementarla en tu día a día, tus resultados mejorarán”.

Con liderazgo, formación y las estrategias mencionadas, incluso las PYMEs más modestas pueden profesionalizar la gestión de sus proyectos, ganando eficiencia y competitividad en un mercado que cada vez valora más la capacidad de ejecutar correctamente las ideas.

 

 Referencias bibliográficas

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  OBS Business School. (s.f.). OBS Business School – Formación Online en Dirección de Proyectos. Recuperado de https://www.obsbusiness.school

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  Dialnet. (s.f.). Dialnet – Portal de difusión de la producción científica hispana. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es

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